25 sept 2012

Mi vaticanólogo de confianza para días como hoy

Hoy el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, se encuentra en nuestra ciudad para recibir el IV Premio Internacional Conde de Barcelona que otorga la fundación vinculada al Grupo Godó, en un momento en que la maquinaria vaticana se ve sacudida por cuestiones internas, más o menos como siempre desde hace largos siglos. La vida orgánica del Vaticano constituye uno de los géneros informativos más prestigiosos. Ha fascinado numerosos profesionales del ancho mundo residentes en Roma por el secretismo que se dedican a indagar y revelar en la medida de lo
permitido en cada momento, dentro de una especie de deporte consolidado. La condición de vaticanólogo es muy disputada. Yo recorro siempre que puedo al mío de confianza, al más veterano, que es el corresponsal de El Periódico barcelonés en Roma, Rossend Doménech. Nacido en La Cellera de Ter (Girona) en 1947, vive en Roma desde 1968 y esos cuarenta y cinco años de experiencia representan un bagaje imbatible. De hecho es el corresponsal más antiguo acreditado en la Stampa Stera, la asociación de la prensa extranjera en Roma, tan solo superado por pocas semanas por la periodista decana. Cuando pegamos la hebra paseando por Roma o almorzando en los locales de la Stampa Stera, como en la reciente foto adjunta, me maravillan los conocimientos directos que sigue acumulando Rossend sobre la cuestión, dentro de aquel deporte consolidado. No ha pretendido nunca ser tratado como una autoridad mundial entre los vaticanólogos, pero lo es de facto. Afortunadamente también le interesan muchas otras cosas. Es autor de los libros Marcinkus, las claves secretas de las finanzas del Vaticano (1987) y Roma, passejar i civilitzar-se (1986, reeditado en 2000). 
Los grandes medios de comunicación internacionales siguen las informaciones de especialistas como Giancarlo Zizola, Marco Politi, Gianluigi Nuzzi, Gian Guido Vecchi, sin embargo el más veterano, informado y socarrón es Rossend Doménech, convertido en un cardenal laico, quiero decir más abiertamente laico que los demás. Seguro que podría escribir todo un libro, o mejor aun mantener una larga y deliciosa sobremesa sobre el trasfondo de la presencia del secretario de Estado del Vaticano hoy en Barcelona. Afortunadamente, como decía hace un instante, también le interesan muchas otras cosas.

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